Casi doscientas plataformas petrolíferas y de gas se alzan en las bahías de Texas y en las aguas estatales del Golfo de México. La mayoría tienen décadas de antigüedad y ya han pasado su mejor momento. Algunas han sido abandonadas por propietarios que hace tiempo renunciaron a intentar sacarles unos cuantos barriles más. Estas plataformas abandonadas pueden convertirse en costosos quebraderos de cabeza. Y aunque Texas aprobó su instalación, el gobierno estatal dice que no está obligado a derribarlas después de que sus propietarios hayan dejado de ocuparse de ellas.
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