Por Dylan Baddour y Pu Yin Huang
10 de marzo de 2023
Un pozo de fracturación hidráulica en el oeste de Texas puede producir cinco veces más aguas residuales que petróleo. Cada día, flotas de camiones cisterna transportan cientos de millones de galones de esta salmuera tóxica a instalaciones de eliminación poco reguladas que bordean las carreteras rurales.
Allí, las empresas lo inyectan a gran profundidad bajo tierra en formaciones rocosas, donde esperan que permanezca para siempre.
La situación preocupa a David Shifflett, un agricultor que riega sus cultivos y obtiene el agua potable del subsuelo, que ha empezado a hincharse y abombarse en los últimos años. Un temblor dejó una amplia joroba y una grieta de 800 metros en su terreno, no lejos de sus pozos de agua, lo que hace temer a él y a otros propietarios que los depósitos subterráneos puedan fracturarse y filtrar su contenido tóxico a los acuíferos y pozos.
"Están bombeando tanta presión ahí dentro", dijo Shifflett, un hombre alto y canoso de una larga estirpe de agricultores. "Las petroleras van a arruinar nuestra agua".